La lucha contra el crimen organizado en México continúa generando debate, pero pocos han sido tan contundentes como Marko Cortés, senador del Partido Acción Nacional (PAN). En una reciente publicación en la red social X, antes conocida como Twitter, Cortés insistió en que los cárteles del narcotráfico deben ser nombrados como grupos terroristas. Este polémico planteamiento no solo busca redefinir cómo el gobierno mexicano enfrenta al crimen organizado, sino también atraer el apoyo internacional en esta lucha.
A través de una infografía compartida en su cuenta, Cortés detalló las acciones que Estados Unidos podría implementar bajo el liderazgo de Donald Trump, como ataques selectivos y sanciones económicas. Sin embargo, su propuesta también señala la inacción del gobierno mexicano, cuestionando la estrategia actual basada en «abrazos, no balazos».
¿Qué implica esta clasificación?
Reconocer a los cárteles como grupos terroristas abriría la puerta a una mayor colaboración internacional. Esto podría incluir:
Acciones militares extranjeras: Como ataques selectivos contra líderes del narcotráfico.
Sanciones económicas: Congelamiento de activos y restricciones financieras para los aliados de los cárteles.
Apoyo internacional: Cooperación de agencias extranjeras en investigaciones y operativos.
Sin embargo, esta propuesta también podría tener implicaciones diplomáticas. México históricamente ha rechazado la intervención militar de otros países en su territorio, por lo que la clasificación podría generar tensiones con aliados internacionales.
La postura de Marko Cortés
En su publicación, Marko Cortés hizo un llamado directo a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para «aceptar la realidad y las consecuencias» de lo que considera una estrategia fallida contra el crimen organizado. Además, destacó la aparente falta de voluntad del gobierno mexicano para reconocer a los cárteles como terroristas.
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«El primer paso es reconocerlo,» señaló el senador, enfatizando que esta clasificación no solo es necesaria, sino urgente. Cortés también criticó lo que considera la pasividad del actual gobierno, señalando que la violencia en el país sigue aumentando sin una respuesta efectiva.
Las críticas a la estrategia actual
La estrategia de «abrazos, no balazos», promovida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y continuada por Claudia Sheinbaum, ha sido objeto de fuertes críticas. Según Cortés, esta política ha permitido que los cárteles expandan su influencia y sigan operando con impunidad.
Hechos recientes que respaldan su postura
Explosión de coches bomba: Los recientes ataques en Guanajuato y Guerrero son ejemplos de tácticas utilizadas por grupos armados que, según Cortés, se asemejan más a actos terroristas que a simples crímenes organizados.
Aumento de homicidios: Datos oficiales reflejan un incremento en los índices de violencia en diversas regiones del país.
La perspectiva internacional
El debate sobre clasificar a los cárteles como grupos terroristas no es exclusivo de México. En Estados Unidos, Donald Trump ha manifestado su intención de adoptar medidas más agresivas contra el narcotráfico, incluyendo operaciones militares fuera del territorio estadounidense. La propuesta de Cortés podría alinearse con estos planes, abriendo la puerta a una colaboración más estrecha entre ambos países.
Sin embargo, esta perspectiva no está exenta de críticas. Analistas advierten que involucrar a actores internacionales en el combate al narcotráfico podría escalar el conflicto y generar más violencia en las comunidades afectadas.
La propuesta de Marko Cortés de clasificar a los cárteles como grupos terroristas reabre un debate crucial sobre la seguridad y la soberanía en México. Mientras algunos ven en esta medida una oportunidad para reforzar la lucha contra el narcotráfico, otros advierten sobre sus posibles consecuencias negativas. Lo cierto es que el país enfrenta un desafío monumental, y la estrategia actual sigue siendo objeto de intensos cuestionamientos.
La postura de Cortés, respaldada por incidentes recientes y el interés de actores internacionales, podría marcar un punto de inflexión en cómo México aborda este problema. Sin embargo, el camino hacia un cambio efectivo requerirá más que declaraciones: implicará decisiones difíciles y una colaboración sin precedentes entre los distintos niveles de gobierno y la comunidad internacional.